Vegetación

Vegetación

La Serra de Bèrnia i Ferrer se caracteriza por albergar una gran riqueza florística, numerosos endemismos y especies de carácter relicto (aquellas con una distribución muy reducida por causas naturales, comparada con la que anteriormente tuvieron, con gran importancia biogeográfica y conservacionista), distribuidas en los diferentes hábitats que conforman los ecosistemas de esta singular sierra litoral y pre-litoral.

 

Entre los principales factores que contribuyen a esta riqueza de comunidades vegetales, especies y hábitats destaca su orientación noroeste-sureste, su abrupta geomorfología y elevada altitud (mayor de 1100 metros), que hacen de esta sierra una barrera natural ante la humedad que penetra desde el norte con los vientos predominantes de componente NE o NW. Este fenómeno se puede observar a menudo con la aparición de bellas cascadas de nubes que se deslizan hacia la cara sur de Bèrnia y que pueden llegar a condensar y descargar su precipitación en la cresta de la sierra. De hecho, la Serra de Bèrnia constituye el límite biogeográfico entre los dominios seco-subhúmedo, al norte, y el semiárido alicantino, al sur. A nivel corológico, constituye la separación entre las provincias Murciano-Almeriense y Valenciano-Catalano-Provenzal.

 

De esta forma, se distinguen claramente dos tipos de de vertientes, la umbría y la solana, que junto a la cercanía al mar y la presencia de abundantes materiales calizos en sus diferentes morfologías, han dotado la Serra de Bèrnia i Ferrer si cabe de una mayor diversidad paisajística, microclimática y ecológica.

 

Cabe destacar la presencia de cuatro mircroreservas de flora, todas en la umbría. Éstas son: “Forat de Bèrnia”, “Cases del Cantal”, “Arc de Bèrnia” y “Ombria de Bèrnia”. Aquí se encuentran pastizales con presencia de abundantes especies bulbosas y plantas anuales, y los ejemplares de tejo (Taxus baccata) más litorales del territorio valenciano, situados a escasos 3,5 Km de la línea de costa y unos de los más meridionales, junto con los de la serra de Aitana o el Puigcampana. Asimismo, se pueden observar otras especies relictas de épocas más frías tales como la corona de rey (Saxifraga longifolia), probablemente de origen pirenaico, y los propios tejos anteriormente mencionados, así como numerosos endemismos valencianos , iberolevantinos e iberonorteafricanos (p. ej. Teucrium buxifolium, Pseudoscabiosa saxatilis, Hippocrepis valentina o Centaurea rouyi, el geranio de roca Erodium saxatile, Galium valentinum y Erysimum gomezcampoi, entre otras) así como especies protegidas y singulares de escasa distribución y presencia en el territorio.

 

Por otro lado, en la solana destaca la presencia de una vegetación de tipo arbustivo bien adaptada a los rigores de la sequía y las elevadas temperaturas estivales: la maquia mediterránea. En este hábitat encontramos especies singulares como el palmito (Chamaerops humilis), única palmera endémica del mediterráneo, y otras especies habituales acompañantes, como el romero (Salvia rosmarinus), el lentisco (Pistacia lentiscus), la coscoja (Quercus coccifera) y el brezo (Erica multiflora), entre muchas otras. En cotas medias aparece una zona forestal, con origen reforestado, compuesta principalmente por pino carrasco (Pinus halepensis). En los canchales y roquedos situados por encima de esta masa forestal también se pueden encontrar ejemplares aislados y pequeños grupos de carrasca (Quercus ilex), junto a especies típicamente rupícolas de excepcional valor (aquellas que crecen sobre paredes, roquedos, acantilados, etc.).

 

Asimismo, no se puede entender la vegetación de la Serra de Bèrnia sin la presencia y relación que desde siglos ha tenido con el hombre, el cual históricamente ha realizado un intenso aprovechamiento forestal y roturación de cultivos que ha causado un continuo proceso de deforestación. A este respecto, citaba el naturalista del siglo XVIII A.J. Cavanilles en una de sus obras «...la larga cuesta de dos horas por las faldas de Bernia se ve plantada de viñas en las alturas, seguida hacia baxo de sembrados, higueras, almendros y algarrobos...». En la actualidad estas actividades han quedado prácticamente en desuso, quedando como testigos los abancalamientos de piedra en seco, y unos pocos cultivos de tradición familiar.